ARQUITECTURA CRITICA

Proyectos, Obras y Documentos de Arquitectura Contemporánea

 Si alguno de ustedes es arquitecto, seguramente más de una vez se hayan encontrado con alguien que les formula la siguiente pregunta: ¿Qué diferencia hay entre un ingeniero y un arquitecto?
Como muy a menudo vi hacer a mi gran amigo y mentor, José Pico, veamos lo que dice la RAE:

Ingeniería: Estudio y aplicación, por especialistas, de las diversas ramas de la tecnología.
Arquitectura: Arte de proyectar y construir edificios.

Tecnología y arte, interesante ¿no? En cualquier proyecto de arquitectura de cierta envergadura, es indispensable contar con la figura de un arquitecto y la de un ingeniero. Es decir, si seguimos las definiciones dadas por la RAE, para construir un edificio necesitamos del arte y de la tecnología.
En la antigüedad los perfiles del ingeniero y del arquitecto coincidían en una misma persona. Quizás no fue hasta la época helenística, cuando empezó a surgir la figura del arquitecto por si sola. Es en la antigua Grecia cuando empezó a prestarse especial atención a elementos más ornamentales que escapaban del mero cálculo de estructuras, a partir del cual se conseguía que los edificios no se cayeran. Es en este momento de la historia cuando aparece por primera el concepto de “estilo” en la arquitectura, con el dórico, jónico y corintio de las columnas de los templos.

Siglos después, en el Imperio romano, las figuras del ingeniero y del arquitecto seguían encontrándose en un mismo individuo. Y es en esta época cuando se avanza más en el campo de la ingeniería. Los acueductos, teatros y estadios que aun hoy se conservan son el mejor testimonio del buen hacer de la época. Impresionantes estructuras lograron levantarse sin el empleo de hormigón armado, ni mucho menos de acero, que por entonces no existía.

Un punto clave de la historia de la arquitectura es sin duda el gótico. El gótico evoluciona a partir del románico, periodo en el que las iglesias eran bastante toscas porque se empleaban estructuras densas y pesadas para mantener en pie edificios que empezaban a ser de talla importante. Es en el gótico cuando el arquitecto intenta hacer las estructuras más eficaces y esbeltas, con el objetivo de poder llevar más luz al interior de las catedrales. 

La relación entre un ingeniero y un arquitecto a la hora de hacer un edificio podría compararse con la relación que tenían Steve Wozniak y Steve Jobs cuando trabajaron juntos para hacer el primer Apple. Wozniak era el autentico cerebro de la pareja, siendo la persona capaz de inventar un sistema operativo diferente, y poner todo en orden de manera que funcionase. Steve Jobs era el alma y el visionario del equipo. Jobs era la persona capaz de identificar las necesidades de las personas antes incluso de que ellas mismas las conociesen. Wozniak entendía mejor las necesidades de las máquinas, Jobs entendía mejor las necesidades de las personas.

Con los ingenieros y los arquitectos pasa algo parecido. Mientras que los ingenieros se encargan de hacer todos los cálculos necesarios para que un edificio se sostenga y funcione; el arquitecto es la persona responsable de crear el espacio que se adapte a las necesidades del cliente y del entorno.
Lo complicado de un buen proyecto arquitectónico es que encuentre el equilibrio entre el arte y la tecnología. Cuando se tiende más hacia un polo que hacia el otro el resultado no es el óptimo. 

Hace poco Renzo Piano declaraba lo siguiente: “Esta crisis es mala para los hombres pero buena para las construcciones, las volverá más morales, más sabias y más honestas”.

Yo comparto esta opinión, pero ¿por qué durante la época de las vacas gordas las construcciones no han tendido a ser morales y sobre todo honestas? Seguramente sea porque se apartó demasiado de esa delgada línea que separa la tecnología del arte, aproximándose en demasía  a este último.

Es muy interesante remarcar que en las épocas de bonanza económica la arquitectura se acerca demasiado al polo “artístico”, teniendo como resultado demasiados elementos accesorios. Estos proyectos se apoyan más en el hecho de poder contar con presupuestos generosos que permiten hacer uso de materiales vanguardistas y proyectar espacios sobredimensionados, que en el hecho de conseguir una arquitectura espectacular a través de las reflexiones con respecto al entorno y a la escala de las cosas. El resultado es una arquitectura más banal y menos funcional.

Sin embargo, en las épocas de crisis, los clientes intentan invertir lo mínimo, tendiendo más al polo exclusivamente ingenieril y funcional. Se deja totalmente de lado la parte artística o social. El resultado, es una arquitectura estrictamente funcional que no responde ni  a factores de inserción social  ni urbana, siendo incapaces de inspirar los sentimientos o valores que una buena arquitectura debe conseguir.

Por lo tanto, como en tantas otras cosas, lo bello se encuentra donde se rozan estos dos mundos: la ingeniería y el arte. En otras palabras, arquitectura con funcionalidad y con alma.

Autor: Carlos Muriel - Colaborador de Arquitectura Crítica
Fuente: http://arquitecturaparaelpublico.blogspot.co.uk



2 comentarios :

Anónimo dijo...

Buen articulo, me gusta.

Andres dijo...

"Por lo tanto, como en tantas otras cosas, lo bello se encuentra donde se rozan estos dos mundos: la ingeniería y el arte. En otras palabras, arquitectura con funcionalidad y con alma." ME GUSTO ESTO

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