ARQUITECTURA CRITICA

Proyectos, Obras y Documentos de Arquitectura Contemporánea

Sé que los hechos irán desvelando la inmensa mentira que vivimos aquí. Y sin dejar de estar alerta insisto en ir más allá de ella. Tomo pues de nuevo, el tema de mi visita a la Bauhaus Universität en Weimar, Alemania, recordando lo que ya comenté acerca de mi deseo de explicar de qué modo las circunstancias de nuestra práctica nos determinan.

Las distancias con Europa y específicamente con Alemania son desde luego enormes, y junto con el efecto del marketing globalizado de la arquitectura, establecen un filtro para la comprensión de los puntos de vista que nos son propios. La crisis mundial ha puesto en revisión los dislates de la arquitectura del espectáculo, pero de todos modos hay importantes distancias entre ellos y nosotros. Por más que la orientación docente del profesor responsable del curso que me escuchó, Karl Heinz Schmitz (www.schmitz-architekt.de) se basa en una moderación rigurosa, sigue teniendo la última palabra el mundo mediático siempre adicto a lo noticioso más allá de cualquier prédica personal que pudiéramos llamar compensatoria.

Por otro lado, la moderación (contención, austeridad, sobriedad) puede significar cosas distintas según quien maneje esas palabras. En estos tiempos poco asociada a la sencillez. O si lo estuviese, sería una sencillez que nada tuviera de simple, aguantada por intelectuales resortes, como dice a través de uno de sus personajes (Doktor Faustus) Thomas Mann. Ser sencillo allá no es lo mismo que serlo aquí. La distancia cultural-económica-política marca nuestro modo de entender la palabra o aplicarla a lo que hacemos. Y la única manera de hacer más precisa la prédica es dentro de la misma disciplina, no en lo que decimos sobre ella. Tenemos que mostrar una determinada arquitectura y decir: esto es lo que afirmo.

II
Eso, entre otras cosas, me llevó a hacerle a la audiencia la pregunta del título. Y sorpresa: ninguna mano se levantó. Apenas a treinta años de la muerte de uno de los más importantes arquitectos de tiempos recientes, un curso completo de estudiantes de arquitectura, alemanes nada menos, desconocía su obra.
Lo cual nos lleva a las carencias de la enseñanza de arquitectura.

Tal vez la Bauhaus Universität heredó la desconfianza hacia el estudio de la historia de la arquitectura promovida por Walter Gropius en la Bauhaus original (1919-34). Ello pese a que el debate sobre la enseñanza de la arquitectura ha dejado claro que si esa desconfianza pudo justificarse en tiempos de lucha con la vieja Academia, ya no tiene razón de ser. No puede haber una enseñanza de la arquitectura que prescinda del estudio de lo que nos antecede. Y en lo que se refiere a Kahn, ignorarlo, para un estudiante o para cualquier arquitecto, es ignorar los fundamentos.

Este no es el lugar para documentar esto que afirmo (lo he hecho en otros lugares), pero baste con señalar que la reciente inauguración (Octubre 24, 2012) del Memorial a Franklin Delano Roosevelt (el Four Freedoms Park) en la isla Roosevelt del East River en Nueva York, frente a Manhattan, proyecto de Luis Kahn de 1973 un año antes de su muerte, se ha convertido en un acontecimiento. Ilustración singular, por cierto, de las virtudes de la contención, la austeridad y la sobriedad.

El desarrollo del proyecto corrió a cargo de la oficina de Aldo Giurgola (1920), un arquitecto admirador de Kahn, de amplia obra, y luego de muchas peripecias por fin pudo construirse para ser ahora un muy bienvenido contrapunto a la monumentalidad a veces agobiante o redundante de la llamada ciudad de los rascacielos.

III

Un mes antes de su inauguración pudimos leer en el New York Times un comentario de Michael Kimmelman que lo calificaba de “tardío y monumental triunfo para New York y para cualquiera que se ocupe de la arquitectura y el espacio público….dándole a la ciudad nada menos que un nuevo corazón espiritual, creando un espacio público austero y elevado, a la vez proa de un barco y lugar para la meditación“.

El parque se desarrolla en un terraplén artificial que altera levemente la topografía de la isla en ese punto (creando un plano inclinado suave) cuya huella es un trapecio alargado siendo la base mayor una amplia escalinata de acceso. El terraplén en ese punto se eleva algo más de tres metros hasta terminar en la antesala del Memorial propiamente dicho dos metros más abajo. Se camina hacia él entre dos dobles hileras de árboles que surgen de un piso de gravilla, adoquinado al final. El memorial es un recinto de planta rectangular, rodeado de grandes bloques de granito, uno de ellos en el centro del portal de acceso, excavado para recibir un busto de Roosevelt, en cuya cara posterior está grabada parte del discurso de 1941, la que habla de las cuatro libertades: de expresión, de religión, de vivir sin penuria y de vivir sin miedo. Los bloques son de acabado rústico, enfrentados entre sí por una cara pulida que se separa unos centímetros de la otra, grietas vivas que invitan a mirar fragmentos del paisaje urbano.

La sutil alteración topográfica que define dos trayectos al Memorial, yendo con el río o con el paisaje más amplio es un detalle de asombrosa eficacia espacial. Es la clave del paseo (la promenade architectural de Corbu) hacia el monumento. Y los bordes de piedra, que en el recinto memorial son altos, masivos, abriendo la mirada al cielo y en la proa al horizonte del río, son la materia dura, primordial, la frase fuerte en contrapunto con las copas de los árboles
“Fue siempre un recinto y un jardín” dijo Kahn del proyecto. Su genio logró una síntesis ejemplar de paisaje, arquitectura y memoria ante la cual no cabe sino evocar un término que él usaba con frecuencia: la inspiración. Atributo de los grandes. Que nos enseña por encima de las palabras.

Autor: Oscar Tenreiro
Fuente: Diario Tal Cual de Caracas - http://oscartenreiro.com/



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