ARQUITECTURA CRITICA

Proyectos, Obras y Documentos de Arquitectura Contemporánea




[...] El juego de  preponderancias del que hablábamos antes, está siendo ganado por el  imperio de  la  forma.  Es  precisamente  lo  evidente  en  arquitectura,  ergo  lo  que  se  puede  “copiar” fácilmente.  La forma abunda, invade, cautiva a toda una generación digital. El imperio de l a forma se corresponde directamente con el universal “culto a la imagen”. Explosión de  formas que son tendencia, la forma por  sí  misma, congresos sobre la forma, el hecho  como  objeto,  las  copias  y  los  plagios,  las  fotos  de  revistas,  programas  y  renders generativos de formas que es imposible que el operador conciba acabadamente. Es decir no queda  claro  si  la  resultante  formal-espacial,  es  producida  por  el  creativo  o  éste  termina aceptando “lo que el programa le devuelve”. Docentes penosamente fascinados/atontados por lo que les resulta inaccesible, pero en definitiva, arquitectura cristalizada, sin gente, sin vida. Lo  antedicho  pretende  ser  el  fundamento,  de  la  imperiosa  necesidad  de   detener  la  inercia imperante. Es  necesario en nuestra disciplina.  Padecemos  ciudades  en crisis, arquitectura en crisis,  tanto  la  pública,  como  la  domestica,  como  la  institucional,  en  un  alto  porcentaje provocada por profesionales egresados de nuestra casa, formados por nosotros los docentes. Nuestra profesión de riesgo social, no es poca cosa. 

Hasta  aquí  hemos  enunciado  sutilmente,  que  en  el  proceso  proyectual  en  arquitectura,  la tendencia  es  imponer  “la  forma”  como  protagonista  cuasi  absoluta.  Un  lector  atento,  habrá detectado también, que mientras sostengamos este paradigma en l os talleres de arquitectura, estamos  simultáneamente  avalando,  sugestivos  procesos  de  plagios  formales,  espaciales, volumétricos, extraordinariamente llamativos, pero vacíos de contenido. 

Quinta  Hipótesis:  Somos  cómplices  del  vaciamiento  de  contenido,  en  el  proceso  de  diseño
arquitectónico.

Llegó el momento de volver a preguntarnos :  ¿qué deberíamos provocar los docentes en los alumnos  del  taller  de  proyecto  arquitectónico,  para  que  éstos  no  puedan  encontrar  la respuesta, fuera de sí mismos…?

Generación formal vs. Los instrumentos de diseño 

Los diseñadores y arquitectos contamos con dos tipos de herramientas proyectuales, aquellas que  denominaremos  “Naturales”  inherentes  a  la  condición  humana:  nuestro  cuerpo,  mente, imaginación, memoria ancestral y cultural ;  y aquellas otras  que denominaremos “científicas”, la matemática, la geometría   y  la informática entre otras.  Este último grupo, específicamente con la irrupción de múltiples programas de diseño, ha eclipsado la actividad proyectual, en las últimas dos décadas. Para bien o para mal, es un balance que ejecutará el tiempo, podríamos señalar que en el campo del diseño arquitectónico, presenta aún serias limitaciones referidas principalmente  a  la materialidad.  La  “forma”  obtenida  por  estos  medios,  aún  no  incluye  la condición irrenunciable de la disciplina,  la relación  de  los materiales con los que se ejecutará “la  forma”.  Con  cierto humor  podríamos  imaginar  un  programa  de  diseño  que  alerte  a  su operador: -Esta forma que usted acaba de trazar, no coincide con ningún sistema constructivo vigente.-  o  –Especifique el material con que pretende ejecutar esta forma, no se encuentran resultados aplicables.-Las formas generadas digitalmente suelen tener dificultades constructivas, tal es el caso del emblemático, Museo  Guggenheim  de Bilbao del arq. Frank Gehry o del Museo Soumaya, en Mexico  del  arq.  Fernando Romero.  Sin  pretender  ahondar  en  detalles  al  respecto,  es necesario puntualizar que la “forma final en ambos edificios” fue el resultado de la adaptación de la idea inicial a los recursos materiales y tecnológicos posibles.  Es decir el resultado final no fue previsto en laboratorio por el diseñador, “la forma” fue, lo debió ser en el pasaje del proyecto a la materialidad. Sin duda  estas formas arquitectónicas producen fascinación y el impacto mundial, instala el paradigma de la “forma” como la esencia de la arquitectura. Es muy difícil resistir la tentación de indagar en estos caminos, en las escuelas de diseño. Pero una vez más son caminos de búsqueda formal, que el alumno puede encontrar fuera de sí mismo. El primer grupo de recursos y herramientas con los que el diseñador cuenta, que llamamos “naturales”,  es  un  campo  poco  explorado  por  nuestra  raíz  cientificista  en   todo  el  sistema educativo. Cabe aclarar en este punto que la generación de la forma arquitectónica tiene una la particularidad que la caracteriza, es forma externa como expresión social y cultural, y forma interna, el espacio resultante que contiene al hombre.

Racionalidad vs. Emocionalidad
Nuestro  sistema  educativo  completo,  desde  el  nivel  inicial  en  adelante,  se  basa  en  la limitación de los impulsos creativos. Parece fuerte a prima  facie esta afirmación, sin embargo permítanme argumentar. Haga usted la prueba de incluir en su buscador , la frase “limitaci ón de  los  impulsos  creativos”,  verá,  no  hay  resultados  que  satisfagan  esta  búsqueda,  sin embargo, los hay para casi cualquier otra frase compleja, de los más variados y seguramente encontrará algo que se adecue a su consigna. Cito nuevamente “la” no inocencia del lenguaje.
 
Los  impulsos  creativos  son  en  general  mal  vistos  por  nuestra  cultura,  se  confunden generalmente  con  in-disciplinas,  con  falta  de  adecuación  o  de  adaptación.  Rápidamente  el sistema  educativo  ha  encontrado  los  mecanismos  para  limitar  cualquier  manifestación creativa,  el  orden  disciplinar  (fragmentación  del  conocimiento  en  áreas),  la  orientación cientificista  de  la  educación,  la  inexistencia  de  materias  relacionadas  a  “lo  humano” :  las aspiraciones,  los  deseos,  la  conciencia  de  corporeidad,  las  emociones…,  son  muestra suficiente de la situación enunciada.  No te muevas, no hables, no cantes, no dibujes fuera de la hoja, parados, sentados. No llores, no rías en clase , no expreses tus emociones… Y si esto pasara existe un ejército de psicólogos, pedagogos, docentes y directivos,  que hablaran con tus  padres  para  ver  como  se  soluciona  “el  problema”.  La  individualidad  no  existe,  todos tenemos  uniformes  y  hacemos  las  mismas  cosas  todo  el  tiempo.  Las  potencialidades  se licúan  una  y  otra  vez,  porque  “todos”  debemos  saber  “de  todo”,  aunque  no  sea  de  nuestro interés. Ustedes dirán y posiblemente con razón ,  que la formación generalista es vital en un mundo frenéticamente cambiante y competitivo. Sin embargo,  esto no es incongruente con la generación de espacios de expansión de las potencialidades individuales.

La  corporeidad  y  las  emociones,  constituyen  la  matriz  fundamental  del  impulso  creativo. Propongo la penúltima hipótesis: “Sin cuerpo, sin emoción, no existe el impulso creativo”. Todos  los  que  somos  parte  el  universo  del  diseño  y  que  estamos  participando  de  este congreso  por  la  misma  causa,  hemos  llegado  a  nuestra  formación  universitaria,  con  este cúmulo  de  limitaciones  culturales.  Nuestros  alumnos  también  y  por  muchas  décadas  más, porque  son  procesos  de  muy  difícil  reversión.  No  es  descabellado  entonces,  que  ambos, profesores  y  alumnos,  estemos  sumergidos en  procesos  de  fascinación,  por los  recursos  y herramientas de diseño que pueden hallarse fácilmente fuera de uno, que no surgen de una dinámica interna del diseñador, sino de un frenesí de búsqueda de respuestas externas. Es la agonía de la creatividad… + la agonía de la investigación que mencionábamos en los primeros  párrafos,  el  panorama  se  torna  desalentador  en  nuestro  campo  disciplinar  y  en  la didáctica proyectual específicamente.

Reformulo la pregunta: ¿cómo podríamos generar la búsqueda creativa interna? Dos  caminos,  la  recuperación  de  la  conciencia  corporal  y  del  universo  de  las emociones.

A principios de siglo, tuve la oportunidad de asistir a un seminario taller del Arq. César Naselli, profesor  de  la  facultad  de  arquitectura  de  la  Universidad  Nacional  de  Córdoba.  Su  teoría respecto  del  diseño  arquitectónico  se  fundaba  en  años  de  investigación  y  experimentación respecto  de  tres  ejes  fundamental es:  El  espacio  generado  por  el  cuerpo  humano  en movimientos multidireccionales, el lenguaje de los materiales (lo que el material quiere ser) y la generación formal desde la conjunción de la música , la luz  y la interacción humana  en la creación colectiva de las formas visuales. La experiencia tuvo entre los docentes participantes las más variadas reacciones de aceptación y rechazo.   No obstante puede decirse que este estímulo  fue  disparador  de  múltiples  experiencias  pedagógicas,  que  se  aplicaron  en  los talleres de arquitectura. A continuación mostraré dos de ellas desarrolladas con alumnos de primer año.

La primera se denominó “El mural” y consistía en la ejecución de un trabajo colectivo sobre un papel de 1metro por 10metros, donde debían dibujar libremente  inspirados por una secuencia musical  de  ritmos  variados.  Cada  tempo  musical,  llevaba  una  consigna  que  se  detenía  al culminar  el  mismo.  La  primera  era  dibujar  sobre  el  espacio  papel  disponible  frente  a  cada alumno, luego se rotaba hasta quedar frente al di bujo ejecutado por un compañero y se debía intervenir  sobre  él.  Posteriormente,  se  llenaban  los  intersticios  y  finalmente  se  trabajaba conjuntamente  para  dar  a  la  “obra”  una  idea  de  unidad  y  totalidad.  El  mural  concluido  se colgaba  en  un  soporte  y  cada  alumno  con  un  marco  de  papel  A4,  recorría  el  mural  hasta seleccionar una porción que le resultara pregnante. Le asignaba una palabra que definía la imagen y con ambos recursos elaboraba una maqueta tridimensional sin otro condicionante que el resultado volumétrico.  Ese primer contacto con la generación formal desde un recurso pedagógico  innovador,  sería  el  inicio  del  proceso  proyectual,  otorgándole  en  sucesivas etapas, condicionantes propias del diseño arquitectónico.

Si  el  amable  lector  espera  a  estas  alturas  una  conclusión  respecto  de  la  pertinencia  y efectividad  del  ejercicio  a  los  fines  del  proyecto,  lamentablemente  debo  decir  que  esto  no puede verificarse en términos concretos. Los resultados del curso como producción creativa no tuvo mayores diferencias que con otros métodos y el porcentaje de propuestas formales en la resolución de problemas de diseño, no superó los estándares normales. Sin  embargo  hubo  en  ese  curso  una  diferencia  sustancial  e  inesperada.  A  diferencia  de la experiencia con docentes, los alumnos atravesados quizá por menos limitaciones culturales (o al  menos  menor  exposición,  en  términos  temporales),  pusieron  en  juego  en  la  experiencia pedagógica  dos  componentes  que  hicieron  la  diferencia  fundamental .  En  primer  lugar,  la manifestación  explícita  de  hábitos  conductuales  de  la  personalidad,  por  ejemplo:  Me expongo  o  me  resguardo,  autovaloración  o  no  de  habilidades  y  competencias  gráficas, intenciones de dominio o sumisión en el espacio vital y en papel,  el impacto de “lo creativo” en lo individual y lo colectivo, entre otros. Y en segundo lugar  los alumnos capitalizaron el  canal de vehiculización emocional que ofrece el ejercicio. Pudieron exteriorizar emociones: enojo, melancolía, dolor, entusiasmo, euforia etc.

Ese  período  lectivo  se  definió  por  dos  diferencias  cualitativas,  una  en  la  relación  docente/alumno,  fundamentalmente  porque  la  exteriorización  emocional,  definitivamente acerca a los seres humanos, y otra,  la  humanización  del proyecto  arquitectónico,  cada ítem del programa se tradujo en un “acontecimiento espacial”, pleno   de sentido, que sólo lo otorga lo  “humano”  relacionado   a  un  ámbito  físico.  Una  lectura  muy  difícil  de  hacer  sobre  en  una representación  abstracta,  pero  las  memorias  descriptivas  mostraban  intenciones  de  los diseñadores  que  empezaban  a  preocuparse  sobre  la incidencia  del  espacio  en la  vida y  el sentir del hombre, y viceversa.

El desafío es diseñar los instrumentos para probar estas situaciones científicamente. Previo a ello,  vencer  la  resistencia  de  docentes  que  mientras  ocupen  lugares  estratégicos  en  la pirámide, impedirán por todos los medios cualquier alteración al status quo. Son los mismos que  satisfacen  sus  expectativas  con  proyectos  plagiados  y  vacios  de  contenidos.  F ormas, Sólo formas…

La segunda experiencia pedagógica despegaba desde otro lugar, precisamente el hombre, el usuario. Decidimos ponerle a ese personaje hasta entonces anónimo e indefinido , un rostro, un  nombre  y  dotarlo  de  todas  las  facetas  que  describírían  su  universo  personal  y  social. Emma una escultora con discapacidad motriz, Juan  frustrado  músico  devenido en profesor, separado con dos hijos, entre otros. La descripción del personaje abarcaba un pormenorizado detalle de condiciones de personalidad, gustos estéticos, experiencias de viajes, situaciones sentimentales y laborales, actividades, etc.

A medida que transcurría el curso estos personajes empezaron a cobrar vida, hablábamos de ellos como si existieran en el plano real y se completaban con múltiples datos de color que le adjudicaban los mismos alumnos.

Un  día  evaluamos  que  el  proceso  de  diseño  se  hallaba  estancado  circulando  sobre  los mismos aspectos sin avanzar. Llegamos al taller y montamos una escena dantesca. Emma, Juan y los otros habían muerto…

Esa tarde se llevo a cabo un ejercicio de diseño respecto de la tumba para cada uno (un tema ancestral  de  la  arquitectura).  Los  resultados  formales,  espaciales  y  simbólicos,  fueron extraordinarios. Un dato más para repensar el trabajo de la emocionali dad en los procesos de diseño.

Por último y al sólo fin de generar dudas e interrogantes, que en definitiva es la única fuente de expansión del conocimiento, quisiera disparar la última hipótesis: “En arquitectura la forma, es el límite de la emocionalidad humana”…

Autora : Arquitecta Claudia Ramos
Facultad de Arquitectura UNT.
arqclo@hotmail.com

Cargos Docentes: Jefe de Trabajos Prácticos de Proyecto Arquitectónico I /1-8, Auxiliar Docente: Cultura y Producción Arquitectónica.-Docente en Materia Electiva: Diseño de Espacios Efímeros, a cargo de la Arq. María Lombana.- Docente en Materia Electiva: Proyecto y Forma, a cargo de la Arq.Clara Ben Altabef- 2012 Investigacion: Aprobado por CIUNT – Año 2005/06 TEMA: “La arquitectura como producción de la Cultura: La complejidad de la enseñanza – aprendizaje de la disciplina de diseño arquitectónico” Director: Arq. Juan Carlos Malcun Año 2013 - “Didáctica proyectual. Espacio social: contexto, uso y morfologia”. Directora Arq Clara Ben Altabef



1 comentarios :

Anónimo dijo...

Gracias por compartir este documento. La verdad tiene gran certeza.

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Gracias por participar.

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